martes, 2 de mayo de 2017

La utopía cultural (y III)

"De 1580 hasta el día, cuanto acontece en España es decadencia y desintegración" (José Ortega y Gasset)

El verdadero cóctel molotov -en sentido figurado al menos- lo inventamos aquí. Somos un país de poca tradición ilustrada y mucha soberbia. Una combinación letal de necesidad. Perdimos el tren de la industrialización... Y, según Marina, "estamos en camino de perder también el del aprendizaje..."(4). Por si fuera poco, como afirma Eduardo Subirats (5), "en tierras hispanas, y desde 1492, se ha trabajado de forma sistemática en la aniquilación o exilio de toda forma de pensamiento crítico". 

No hay lugar en España para terceras vías, lo hemos comprobado recientemente. No sabemos qué es eso de la accountability. Hasta utilizamos un solo término -política- para lo que deberían ser dos: policy y politics... Nos faltan matices, finezza que diría Juliana. En resumen: nada que hacer hasta que no seamos capaces de quitarle el 'Deportes' al Ministerio de Educación y Cultura y darle rango de vicepresidencia...

Pero la falta de "hábitos democráticos" no es exclusiva del ámbito político. Como relataba el agitador y profesor de arte Jaron Rowan en un artículo reciente (6), "la democràcia encara ha d'arribar a les institucions culturals". En su escrito, Rowan aboga no ya por una despolitización de la cultura -inviable como hemos visto- sino por "pensar políticament la cultura (de manera diferent) després del 15M". Denuncia Rowan la precariedad y el clientelismo del sector, sentenciando: "la cultura no és ni pot ser un sector econòmic com els altres".


Jaron Rowan

La utopía, por tanto, significaría ser capaces de buscar sinergias entre cultura y sociedad. Es necesario que se implementen políticas coordinadas de cooperación cultural, como defiende Teixeira Coelho. O como apunta Jaron Rowan en la obra citada: "es hora de superar el modelo de sectores enfrentados y empezar a pensar en prácticas interdependientes".

"El entorno es líquido", nos decía Zygmunt Bauman. Una vida líquida la que nos toca transitar, precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante. Parece que el pensador polaco pensaba en el devenir del artista al escribirlo. Por otro lado, ¿qué es la cultura, sino dilución? Ahora lo llaman apropiacionismo... Ante este panorama, haríamos bien en ampliar la esfera de presencia del ser que defendía Bordieu, y ya puestos hagámoslo con sutileza y agudeza, como preconizaba Montesquieu.

Apostemos sin miedo por la cultura bien entendida -"crítica, transformadora y de Estado", Rowan dixit-, luchemos como Quijotes por la utilidad de lo inútil (Ordine), nutramos a las artes de aquel grano de locura del que hablaba Lorca, porque como bien dice el maestro Coelho: "no hay motivo para temer la capacidad de la sociedad civil para reorganizarse según nuevos patrones". Hasta el próximo post amig@s.


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Notas:

(4) José A. Marina, en http://www.elconfidencial.com/autores/jose-antonio-marina-716/
(5) Citado por Jaron Rowan en su magnífico Cultura libre de Estado. traficantes de sueños, 2016
(6) http://www.ara.cat/societat/JARONROWAN-democracia-darribar-institucions-culturals_0_1675632476.html

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