miércoles, 14 de enero de 2015

La idea de Europa y el bosque ilustrado

“La cultura no es más que una invitación a cultivar la nobleza del espíritu. La cultura habla en voz baja (…) ser ‘culto’ requiere mucho más que erudición y elocuencia. Más que ninguna otra cosa, significa cortesía y respeto.” (Rob Riemen, presidente fundador del Nexus Instituut)


Hola de nuevo, amig@s de Culture&Biz. Estas pasadas vacaciones he aprovechado para devorar un par de libros MUY recomendables: La idea de Europa, de George Steiner (Siruela, 2004), y el último -y polémico- trabajo de Gregorio Morán, de larguísimo título y contenido (800 páginas): El cura y los mandarines. Historia no oficial del Bosque de los Letrados. Cultura y política en España 1962-1996 (Akal, 2014). Escritos con diez años de diferencia, el nexo de unión entre ambos es claro: la Cultura (o la ‘ausencia de’).

Lectura breve pero llena de contenido, y prologada por Mario Vargas Llosa, La idea de Europa recoge una conferencia dada por el filósofo franco-americano George Steiner en el Nexus Instituut holandés en 2004, y se centra en las cinco ideas-fuerza que, a juicio del autor, mejor describen el pasado, presente y futuro del viejo continente.

La idea de Europa (Siruela, 2004)
Europa, para Steiner, es ante todo "un café repleto de personas y palabras, donde se escribe poesía, conspira, filosofa y practica la civilizada tertulia". Ese café sería "inseparable" de las grandes empresas culturales, artísticas y políticas de Occidente, según el ensayista.

En segundo lugar, "Europa ha sido y es paseada", indicando con ello que sus distancias son asumibles, poseen esa "escala humana" que permite que sean dominadas "por el viajero a pie, por el peregrino a Compostela...".

Tras redondear este inicio romántico resaltando la peculiaridad europea de poner nombre a sus calles y plazas haciendo mención a ilustres antepasados (compositores, poetas, artistas, filósofos,...), es en la segunda mitad de la conferencia cuando George Steiner incide en los aspectos más críticos, entre ellos el reconocimiento de un “entorno de creciente agnosticismo, si no ateísmo, que está iniciando un profundo cambio en la evolución milenaria de Europa". Este avance iría en contra de uno de los pilares fundacionales del continente europeo, lo que el autor llama dualidad primordial, que no es otra que la “doble herencia” helénica-hebraica.

Pero es en el quinto apartado donde la visión del autor se torna más negativa, para disgusto y discrepancia de Vargas Llosa, quien reniega del "excesivo pesimismo" del francés. Reflexiona entonces Steiner sobre la habilidad europea de “concebir siempre finales más o menos trágicos a sus periodos de esplendor”, mencionando -entre otros tristes ejemplos- las dos guerras mundiales del s.XX, a las que denomina "auténticas guerras civiles europeas".

Y, después de citar las tres grandes aportaciones de la cultura europea a la historia de la humanidad -la música, las matemáticas y la filosofía-, se pregunta en voz alta: "¿hay caminos de esperanza que todavía merece la pena recorrer?".

Detalle de La Escuela de Atenas (Rafael, 1510-1511)

El propio ensayista nos da algunas pistas sobre el asunto, a modo de desiderata, como podrían ser "la búsqueda del conocimiento desinteresado" (refiriéndose al mismo concepto de “inutilidad” de Ordine) o la existencia de "innumerables organizaciones que se esfuerzan por alcanzar un grado cada vez mayor de colaboración y unión en Europa".

Aunque inmediatamente retome el tono acusador para reclamar, por ejemplo, “una verdadera revisión crítica del papel del cristianismo”, o la necesidad imperiosa de “frenar la fuga de nuestros mejores y jóvenes talentos”, atizando al pensamiento liberal con su reflexión quizá más polémica:

"No es la censura política la que mata (la cultura): es el despotismo del mercado y los acicates del estrellato comercializado."

George Steiner acaba su conferencia (y libro) con una lamentable constatación, máxime teniendo en cuenta que fue hecha en 2004, cuando según él estábamos ante una Europa “fundamentalmente próspera y cuya riqueza nunca ha hablado en voz más alta":
"El fallo es realmente nuestro si (incluso en este entorno positivo) las instituciones del saber, las librerías, las salas de concierto y los teatros están luchando por sobrevivir."

Desde luego, pasados diez años las cosas no han ido a mejor, sino todo lo contrario. 

En cuanto a la magna obra de Gregorio Morán (El cura y los mandarines...–“polémica, aguda y descarnada, no dejará indiferente a nadie”-, tranquilos, que no voy a resumirla. Creo que ya he sobrepasado largamente las 500 palabras de post y prometí que este año me corregiría…

Portada censurada (izquierda) y finalmente publicada

Decir simplemente -para ponernos en situación- que el autor tardó nada menos que diez años en escribirla, y que finalmente fue publicada por Akal en noviembre del año pasado, tras pasar casi un año en el limbo del sistema y ser finalmente censurada por la editorial inicialmente encargada del lanzamiento, Planeta, quien con la obra ya en imprenta, incluida la portada, solicitó al autor que retirara un capítulo (“las malditas once páginas”), a lo que éste se negó: "No lo voy a hacer, entre otras cosas porque no lo hice nunca y no tengo edad para cambiar"

Sobran más comentarios. Sólo recomendaros su lectura (igual que el resto de escritos de Morán, especialmente su biografía sobre Ortega y Gasset, El maestro en el erial, en cierto modo predecesora de este El cura... y sus Sabatinas en La Vanguardia). Demoledora y muy clarificadora narración de las cuatro últimas décadas en la España del siglo pasado, culturalmente hablando. Os extracto unas líneas del prólogo para abrir el apetito lector:
"Somos un país donde los mediocres tienen la oportunidad de convertirse en depositarios del canon (...) Todo canonista deriva en conservador (...) La dialéctica Cela-Aguirre impregna la cultura de la Transición y de la égida socialista (...) Creemos que cambia la vida, y resulta que cambiamos nosotros (...) El erial se iba rehabilitando. No se convertía en vergel (...) pero ya no era lo mismo (...) Ese mundo que renacía en 1962 no era un bosque frondoso, pero tenía una voluntad, un vigor y un entusiasmo que el tiempo irá achicando."

Hasta el próximo post sinfónico, BLUES!